El porqué de Poste Cabildo

El Poste Cabildo es un pilar que sustenta dos arcos porticados de la Plaza de Garrovillas de Alconétar. En tiempos fue lugar donde se reunían los muchos clérigos de la villa para tomar decisiones. Algún tiempo después sostenía las espaldas de los jornaleros que esperaban el dedo apuntador para conseguir un jornal. Yo quiero que este Poste sea lugar para mis reflexiones, compartidas o no, e invitaros a criticarlas.


jueves, 3 de marzo de 2016

Devuelto a los corrales

Hacía algún tiempo que no me sentaba delante del televisor para presenciar un espectáculo taurino. Este estaba siendo anunciado a bombo y platillo desde hacía bastante, se preveía que la diversión estaría asegurada, si bien, los trofeos que podrían cosechar los “maestros”, no parecían que fueran a ser muy en consonancia con las expectativas y con las ganas que tenía el público en general de que aquello terminara en puerta grande.

La plaza hasta la bandera, desde el tendido bajo a las andanadas, incluso el callejón tenía todos los burladeros ocupados.

El cartel, en esta ocasión, lo componían cuatro espadas; uno de ellos se exponía a tomar la alternativa, “Pedrito de Tetuán”; el que oficiaba de padrino y pasaría los trastes era “Callaíto de la Moncloa”; serían testigos de la ceremonia Pablo Manuel “Moraito” y Alberto Rivera “Riverita”.

Como corresponde en estos casos el primero en intervenir fue el “toricantano”, Pedrito de Tetuán; la faena como se esperaba, si bien se notaba que estaba más por utilizar la derecha y en redondos que irse por la izquierda con naturales, aunque intentó hacer su trasteo tocando todos los terrenos no consiguió que los tendidos de sol, más dedicados a la música y al alboroto, le dedicaran ni un solo aplauso, y eso que intentaba arrimarse, pero el terno quedó impoluto a la espera de la confirmación de la alternativa.

Quien hacía las veces de padrino, “Callaíto de la Moncloa”, aun siendo a la fuerza, salió al ruedo con la intención de hacer una faena de aliño y aunque su cuadrilla estaba al completo se notaba que estaba necesitando un último empujón para dejar paso a su sobresaliente. La faena estuvo plagada de pases de castigo con algún que otro desplante, se notaba que las últimas temporadas habían hecho mella en su estilo y que había abusado de los burladeros y del tancredismo.


El público esperaba la intervención del tercer interviniente, Pablo Manuel “Moraito”, estaba expectante con lo que pudiera ofrecer en su repertorio, si bien se preveía que intentara meter en el burladero al “toricantano” y obligarlo a saludar con él montera en mano. Vestía de corto, forma poco usual para ser su puesta de largo. Su faena, más que de conocimiento del arte de Cuchares, fue una demostración de puyazos y puestas en práctica de cómo poner banderillas en todos los terrenos, consiguió poner en pie a sus admiradores y que le pitaran los del tendido de enfrente.

El cuarto de los maestros en saltar al ruedo, aunque bisoño en la plaza, se le notó desde un principio que su intención era ayudar a quien se había arriesgado a tomar la alternativa, incluso haciendo con él algún que otro pase “al alimón” cuando le invitó a hacer un quite, dio un par de restregones y apretó contra la barrera a los de su suerte natural; procuró con buen aseo tanto con el capote como con la franela arrimar el toro a sus terrenos, sabiendo de antemano que corría el riesgo de quedarse con el estaquillador en la mano, como así fue.

Saltaron al ruedo otros sobresalientes y miembros de cuadrillas que se limitaron a hacer público lo aprendido en sus escuelas taurinas, incluso alguno se llevo trofeo en forma pico; mucho trasteo por bajo pero  sin riesgo, solo se apreciaba el querer  arrimar el toro a las tablas con intención de hacer doblegar al morlaco.

Los maestros abandonaron la plaza por la puerta de cuadrilla, cada uno de ellos acompañado por estas.

El Presidente bien, aunque en algún momento de la lidia tuvo que sacar algún pañuelo rojo para poner banderillas de castigo y al final terminó sacando el verde para devolver el toro a los corrales y emplazar en pocas horas a los mismo en el mismo coso para intentar terminar la faena y dar el espectáculo por concluido. Se espera nuevamente que cuelguen el cartel de: “no hay billetes”.


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