Cierto
es que el refranero además de sabio tiene soluciones para todos los gustos,
como los años bisiestos son cada cuatro, aunque a algunos desde hace tiempo nos parezcan dos,
pues da como resultado refranes a tutiplén, de la larga retahíla de ellos me he
quedado con aquel que dice: “año bisiesto, año siniestro”. ¡No me digáis que no
nos viene al pelo!
De las
muchas y variadas acepciones del término “siniestro”, si eliminamos que es
aquello que utilizan las compañías de seguros para cabrear a sus clientes
cuando estos tienen un verbigracia y éstas dan largas para evitar el
reconocimiento del mismo; o aquella otra que relaciona el vocablo con todo lo
referente al lado izquierdo, nos podemos quedar con aquello de “perverso,
avieso y malintencionado”. ¡Verdad que nos viene como anillo al dedo!
El
asunto es que no solo se refiere al mes que hace que el año sea más largo de lo
habitual, no, los adjetivos se hacen extensibles a los 366 días, así que vayan
ustedes acomodándose para los que nos viene encima, porque yo no cejo en mi
empeño de no hablar de aquello que lo tienen que hacer otros, pero por largo
que sea el año, más largos serán los desencuentros.
Hoy mis
sufridos me vais a permitir una de asilados, pero no de refugiados humanos, no
tengo yo ni capacidad ni el cuerpo para hacer un hueco en mi perorata para a
quien les deberían hacer hueco más allá de donde lo hubiera; que lejos nos
queda cuando algunos tuvieron que salir vía otros países por aquello de los
enfrentamiento y el querer hacer rentables las empresas de mosquetones y
lanzallamas; mejor lo dejo que me caliento y termino como este último artefacto de achicharrar.
Quiero
referirme a esos refugiados que hemos ido dando asilo aquí en este nuestro
terruño, que no estaría mal si esto no fuera en perjuicio de los oriundos.
Del
primero que se empezó a sospechar, en época moderna, fue del cangrejo
americano, esa especie alienígena que ha diezmado a nuestro cangrejo ibérico, y
es que hasta el nombre me gusta más el nuestro, ¿será porque todo lo ibérico
tiene un punto patriótico/cercano?, ¿o por aquello del regusto del entreverado?
¡"Entrevelao" que diría un paisano! De todo puede ser. Pues ahí anda el americano
haciendo conquista y llevándose al huerto al nuestro. De cualquier manera una
buena cazuela de cualquiera de ellos bien condimentada con su regusto a cayena
y acompañada con el “vinate” de rigor, bien merece un “parlao”, bajo chabuco o
a teja vana.
Lo que
no le acabo yo de ver la punta es al camalote o jacinto de agua, que llaman
otros para dulcificar el nombre; si para algunas cuestiones estamos defendiendo
la globalización por aquello de los mercados y las comunicaciones, resulta que
aquí nos ha cogido el toro, y una planta originaria principalmente del
continente americano, leamos en este caso cuencas del Amazona y Plata, por
aquello de la globalización de la temperatura de las aguas, se nos ha colocado
en nuestros ríos, principalmente en el Guadiana; y aquí estamos sin saber qué
hacer con ella, lo que parece ser que tiene propiedades depurativas para el
agua donde se asienta, va en detrimento tanto de la flora como de la fauna de
nuestras aguas, otra vez estamos a vuelta con lo ibérico y lo royal, que por
cierto lo que hoy se conoce como carpa royal también en su época fue especie invasora,
en este caso de Asia y traída según me cuentan, por los romanos, otros que
también tuvieron el placer de invadirnos.
Pero a
lo que iba, que el camalote campa a sus anchas por estas nuestras aguas, que
desde aquí, Junta de Extremadura, se le
solicita al Gobierno Central que intervenga la UME (Unidad Militar de
Emergencia) y desde allí responden que no está dentro de nivel requerido para
estos casos; blanco y en botella, que pueden ser muchas cosas o ninguna. Vendrá
alguien que sea capaz de transformar el camalote en algo rentable y entonces
desaparecerá y lo robaran como hacen con las aceitunas, sino al tiempo.
¡No
penséis que he terminado con la invasión de exóticas! Lo penúltimo es la
“almeja asiática”, ¡es que nos cogen por todos los lados! Esta “cosita” que
dicho así se podría servir para preparar un buen arroz bomba, también de las
Vegas del Guadiana, resulta que me trae a mal traer a los regantes del mismo;
su larva al ser diminuta se introduce por entre las acequias y tuberías
obstruyendo estas, con el consiguiente perjuicio y deterioro de las
infraestructuras, y ahí tenemos a nuestra CHG (Confederación Hidrográfica del
Guadiana) y a sus regantes buscando soluciones para su erradicación. Y eso que
todavía no ha aparecido por estos lares lo que se conoce como “mejillón cebra”,
otra especie intrusa y que nada tiene que ver con el popular “mejillón
colorao”; estaremos a la expectativa.
Si de
comida, mesa, mantel y esnobismo hablamos, qué me dicen ustedes de esa
costumbre reciente, pero viral que se dice ahora, de hacer fotografía con el
teléfono móvil de todo lo que se pone sobre mesa y mantel, a esto lo llamo yo "gastrofoto".
Permitidme
ejemplo particular, pero que seguro que a todos ustedes les ha ocurrido, sino es
que lo practican también, yo no soy mucho de ello por no decir nada. En un
local de restauración con la familia, recientemente, observaba que de cuando en
vez una luz de flas iluminaba la estancia, pensé lo que todos imagináis, alguien está haciendo
fotografía de los platos y bebidas para mandar vía wasap (aquí tenemos otra
intrusión, en este caso del lenguaje) a sus contactos, pero lo que no imaginaba
es que al girarme me lo encontré subido en la silla haciendo las fotografías en
formato cenital. ¿Qué no se lo creen?, yo tampoco me lo creía, de hecho pensé
que eran los efectos del de Ruedas; pero nada, allí estaba el buen señor, móvil
en ristre, más alto que ancho pegando fogonazos cual Buster Keaton en “El maquinista
de la General”.
Ni que
decir tiene, que con eso de llevar el “internete” adherido al índice nos ha
hecho perder hasta el gusto de las discusiones largas y dejarlas pendientes
hasta el día siguiente; ahora siempre aparece alguien que se calla, agacha la
cerviz, busca en el buscador de buscadores y ¡zas! en todo el morro, se
fastidia la discusión y para celebrarlo otro lingotazo.
Refranero de bisiesto: “año bisiesto, ni aquello ni esto”.
Para
terminar sin discutir, como empecé, pongo mi fin.
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