Publicado
un adelanto del último estudio del CIS correspondiente al mes de octubre, se
vuelven a poner sobre el tapete Hule aquellos problemas que más acucian a los
españoles.
A lo
largo de años que se conocen como pos-franquismo, transición y consolidación de
la democracia, los problemas de los españoles han ido cambiando en función de
aquellos asuntos que les preocupaban y que se hacían más populares por mor de
los medios de comunicación.
Así desde
aquellos años en los que el principal, y más graves de los habidos, era el
terrorismo, hemos llegado al momento actual en el cual, el que más le preocupa
a los españoles es «el paro» con un 71,3; les
siguen por orden: «la corrupción y el
fraude» con el 37,6; «la política en
general» con el 29,5; «los problemas
económicos» con el 24,2; puntualmente «la
falta de Gobierno» con el 13,9 y en
sexto lugar «la educación»
con el 11,0.
No digo
yo que no sea este el orden que los encuestados han decidido, lo que si me
salta a primera vista es, que el resultado es cortoplacista. Comprendo a
quienes el paro les acucie, no solo el día de la encuesta, sino durante un largo
periodo de tiempo; pero no entiendo que la corrupción, la política y los
políticos, en incluso el hecho puntual de la falta de Gobierno se antepongan a
la necesidad de tener un acuerdo sobre Educación,
en mayúscula y negritas.
Leo que
según el informe PISA de la Organización para la Cooperación y Desarrollo
Económico (OCDE), que evalúa a los alumnos de 15 años, sitúa a España en una
situación mediocre, entre 5 y 10 puntos por debajo de la media en materias como
son las Matemáticas, la Comprensión Lectora y las Ciencias, y además sitúa el
gasto medio educativo español por debajo de la media de los 35 países miembros
de la CEOE.
Este mismo
estudio califica igualmente el abandono escolar temprano, y aquí sí que sacamos
sobresaliente, casi duplicando la media europea de aquellos que abandonan los
estudios con el título la ESO; este punto hace algunos años, antes del
estallido de la burbuja inmobiliaria, cuando a los jóvenes se les llenaban los
ojos del dinero fácil, podría ser comprensible sino entendible, pero la
situación ha cambiado poco o nada en los momentos actuales, donde como recoge
el CIS «el paro» no es que sea el
problema, es la realidad.
Ahora que
ya tenemos un nuevo Gobierno, la preocupación del asunto de esta orfandad debe
desaparecer, pero a quien realmente le cae el problema de «la educación» es precisamente a los responsables y por simpatía a
todos aquellos que forman parte del Congreso y del Senado.
El Poder
Ejecutivo, y el Legislativo deben de, no solo intentar, conseguir algo que
desde el inicio de la democracia no han sido capaces; conseguir una Ley para la Educación que asumidas y
acordadas por todos consiga establecer un periodo cuando menos de aquellos años
que forman el conjunto de una educación que va, desde los tres años de inicio
hasta que se sale con 20 años aproximadamente.
Salvo en
aquel intento en que el Ministro Ángel Gabilondo, allá por el 2010 con un Gobierno
socialista, estuvo a punto de firmarse el acuerdo, el resto de las leyes
aprobadas para el asunto, han sido una especie de manual de doctrina partidista
y nunca consensuada.
A mi
parecer, y sin restar la importancia que tiene el aumento y consolidación de la
inversión del 5% del PIB para educación,
de la aportación económica, hay que sumar la ya demandada por este pendolista
de «el pacto de y para la educación»
y de la indispensable formación de los docentes.
Nada se
habrá conseguido si se cuantifica lo económico y no se pone en valor el capital
humano que forma toda la clase educativa; la trilogía para conseguir una
educación con calidad debe basarse en los tres pilares que a mi entender son
incuestionables e inseparables: la Ley
para la educación, la dotación
económica sin cicatería y la formación
continua de los docentes. Sin olvidar que estos tres pilares tengan como
basamento la no menos e importante labor de la familia, si bien una Ley
para la Educación tendría escasa repercusión en este último elemento, sí
haría con su indispensable colaboración la obtención de los mejores resultados.
Posiblemente
en la próxima encuesta del CIS vuelvan a ponerse por delante aquellos problemas
que más acucian a los españoles y que son de máxima y perentoria resolución,
sobre todo cuando se trata del bienestar social en el conjunto de la sociedad
española, aquí habría que leer: la sanidad, la dependencia, el paro, la
economía doméstica, la resolución de la pobreza energética…, pero sin demora
hay que dedicarle todo el tiempo que sea necesario para solución de un problema
no inmediato, sino de futuro.
Si
queremos tener futuro, debemos preparar a los que mañana serán el presente.
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